miércoles, noviembre 05, 2008

Prostitución y drogas... más allá del bien y el mal

Penalizar la prostitución y el uso de drogas no es sino una forma de control social, una dictadura ideológica maniquea judeocristiana donde el placer es sinónimo de pecado, decadencia, y por lo tanto, merecedor de un castigo.
La despenalización de las drogas implicaría un descalabro del narcotráfico y de su negocio, dejando de lado esta eterna guerra entre carteles y autoridades que en más de una ocasión ha cobrado vidas de civiles (consumidores y no consumidores) y que actualmente suma, de manera indiscriminada, nombres a la lista de conteo de bajas en todo el país.
La despenalización de la prostitución detendría su clandestinidad que obliga a los y las trabajadoras sexuales a arriesgar su vida, les ayudaría a no depender de un proxeneta, a no sufrir abuso policiaco, a no ser encarceladas, a tener un mayor porcentaje del dinero ganado, a recibir derechos laborales, servicio médico y evitaría la propagación de enfermedades venéreas. ¿Por qué algo como el sexo que gratis no es ilegal lo es cuando hay dinero de por medio?
La verdad es que lo que haga yo con mi cuerpo es sólo asunto mío, no del Estado, no de la Iglesia, no del vecino: mi cuerpo es mío y de nadie más. No se trata sino de derechos humanos básicos.

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